Artículos de opinión
Sánchez: de Chucky a aprendiz de emperador
Por Carlos Vasallo . Presidente y CEO de América CV Network
Sánchez: de Chucky a aprendiz de emperador
Un presidente de Gobierno no puede decir que se va cinco días para su casa y que se va a pensar su continuidad. Un presidente de Gobierno tendrá que decir me quedo o no me quedo. Es como si yo, como empresario, mañana me voy para mi casa y les envío una carta a los trabajadores de mis empresas diciéndoles: “Me lo voy a pensar muy bien y el lunes ya les digo si vengo o no vengo más. Y ya se verá lo que pasa”.
No, en el caso del Sr. Sánchez este movimiento ha estado absolutamente estudiado. Él viene de unas elecciones en el País Vasco donde aparentemente el PSOE va a ser el comodín para que gobierne el PNV y donde EH Bildu, los hijos de los terroristas, ha ganado por primera vez en la historia, tras avanzar de forma tremenda y ganar ocho posiciones en los últimos ocho años.
Esto es peligrosísimo, porque pone al PNV, que está perdiendo ese mismo porcentaje de escaños, en unas condiciones que ojalá que no tenga que bandearse también hacia el lado que llamemos independentista. Eso sería una auténtica tragedia y Pedro Sánchez lo sabe. Y además él tiene que colaborar como partido bisagra para que gobierne uno u otro.
Pero además, el presidente también sabe lo que viene con Cataluña. En el borde de la frontera Puigdemont está esperando entrar con la bandera enaltecida y siendo presidente de Cataluña. Las encuestas por ahora no le dan para eso a Puigdemont, sino que parece que el PSOE tendría alrededor de 42 escaños.
Y si en Cataluña sucede lo que dicen las encuestas, va a ser otro problema, porque entonces el candidato socialista, Salvador Illa, ¿con quién va a gobernar? ¿Con ERC? Porque con Puigdemont no, que ya ha dicho que si no lo hacen presidente él se retira de la política. Es decir, que Pedro Sánchez está ante una encrucijada, que sabe que no se puede resolver más que si él sigue como presidente cuarteando España. Haciendo del país como un pastelito y troceándolo. Y sabe que el final puede ser también amargo para él.
El presidente Sánchez es un perfecto ejemplo de cómo se puede manipular de una manera constante y continuada todo lo que sea necesario para seguir en el poder.
Su juego de barajas no es la primera vez que ocurre. Ya lo ha hecho varias veces. En 2017, como secretario general del PSOE escribió una carta dirigida a los súbditos del partido en la que dijo que la razón de renunciar al cargo de secretario en aquel entonces era por estar en profundo desacuerdo con facilitar el gobierno de Mariano Rajoy. Dijo que mantenía su no “firme y claro” porque consideraba inadecuada la resolución aprobada en el comité federal. Es decir, que Sánchez no está de acuerdo cuando la cosa no va a su favor.
Tras ganar por un puñado de votos, lo primero que hizo fue descabalgar a toda la vieja guardia del Partido Socialista sin perdón y sin compasión. A todos los que hicieron el PSOE los ha descalificado o apartado. Porque un pequeño emperador tiene que ejercer de emperador. Y la mujer del emperador, que es Begoña, es como la mujer del César, y que según Sánchez aparentemente no tiene que estar a disposición de ningún juez.
Estamos ante un fenómeno absolutamente insólito en la historia de España y que puede provocar unos daños irremediables a la nación española. No sólo es Chucky, no sólo es Frankenstein con ese Gobierno que tiene y no sólo es un trilero. Es que va a llegar el momento en el que él no sepa en donde esconde cada una de las cosas. Así que por el bien de España, por el bien de los españoles y por el bien de la democracia, ojalá esta pesadilla acabe pronto.