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JUAN SALVADORES CANEDO - CANARIAS
Ex agente forestal en La Palma y entrenador nacional de fútbol
“El banco no era para mí; pedí salir del Pastor mucho antes de que llegaran las bajas incentivadas porque quería vivir y trabajar al aire libre, y me fui a La Palma”
Es del barrio de Monelos (A Coruña), del mismo lugar en el que Lucas Pérez, delantero y jugador franquicia del Depor, pateaba la pelota cada día. Y es también un apasionado del fútbol, deporte en el que se convirtió en el entrenador nacional más joven de su promoción, rodeado de compañeros de leyenda como Luis Suárez, Larrauri, Llopart, Cervera, Manolete. Pero Juan Salvadores tiene una preferencia antes que el deporte rey: “Siempre he estado en el fútbol, pero mi prioridad es vivir en el medio rural”.
Su espíritu libre y su pasión por la naturaleza le llevó a cambiar una vida cómoda en el sector de la banca que duró poco más de cinco años (de 1979 a 1985), con plazas en Benavente y León, por una aventura permanente en la isla de La Palma, con cuatro incursiones en Estados Unidos (en los años 2006, 2009, 2014 y 2018) para probar fortuna en el fútbol base del país de las oportunidades. Se licenció en Geografía e Historia y superó el CAP estudiando por las noches, al finalizar sus largas jornadas como agente forestal. Su motivación era superar las entrevistas del programa de Estados Unidos y Canadá para la contratación de profesores visitantes españoles. Y lo consiguió. Con estancias en Louisiana y Oklahoma, entre los años 2006 y 2018.
De regreso a Galicia y recién jubilado, sigue cultivando su pasión por el fútbol, como entrenador del equipo femenino y del cadete de la U.D. Cerqueda: “Es una aldea de Malpica, en la que me encontré que hay unos auténticos héroes que tienen 10 equipos. ¡En mi vida había visto cosa igual!”. A Juan Salvadores ya le extrañan en el fútbol canario: “Pocos hay en La Palma que no hayan sido jugadores míos, tanto chicas como chicos”. Ha sido entrenador de Tercera División (Benavente) y en la isla en Preferente, División de Honor juvenil, resto de categorías base y fútbol femenino. Desde julio de 2023 reside en Buxán (Coristanco, A Coruña), el lugar de procedencia de su familia materna.
Texto: Javier de Francisco ©
Usted se afincó en La Palma hace cuatro décadas. ¿Por qué apostó y confió su futuro laboral y familiar a este destino insular?
Trabajaba en León en el Banco Pastor, pero quería vivir y trabajar más al aire libre. Aunque soy del barrio coruñés de Monelos, me tiraba más lo de fuera. Pedí la baja voluntaria en el Banco Pastor, mucho antes de que llegaran las bajas incentivadas, así que debí de ser pionero... Me dieron un dinero que me permitió estudiar y preparar las oposiciones; me presenté en Canarias porque era donde más plazas había por tener cuatro parques nacionales y una baja población. Aprobé y para allá me fui, en 1985. Entonces había más facilidad, no me fue muy complicado...
Con la plantilla del Cerqueda femenino, al que entrena esta temporada
¿Era una época en la que había pocos gallegos en La Palma?
Bueno, empezábamos a ir muchos funcionarios. Teníamos un plus, que después te lo quemabas en viajes. Me acuerdo que de aquella el vuelo para los no residentes costaba 150.000 pesetas. Sí, sí, el vuelo desde A Coruña a La Palma eran 150.000 ó 200.000 pesetas de aquellas. A los residentes nos descontaban el 30%. Yo venía de vacaciones un par de veces al año, así que el plus te lo fundías rápidamente. Como digo, había ya bastantes funcionarios gallegos: maestros, médicos, enfermeras, policías... y después el típico que iba a poner allí su bar, y que se casaba o no con una canaria... Muchos maestros gallegos empezaron en Canarias su recorrido profesional. Pero era gente muy de paso. Se promocionaban y se marchaban.
Juan Salvadores colaboró en la recuperación de la raza pastor garafiano
Comparte con Lucas Pérez, el delantero del Depor, la pasión por el fútbol y que los dos son del barrio coruñés de Monelos...
Sí, pero yo tengo más solera porque nací antes (risas). Yo vivía donde estaba el cine Monelos, en la parte de atrás de la calle Caballeros, por donde iba el río Monelos. Vivía tabique con tabique con la familia Reija, que fue un jugador que llegó a ser internacional con España. Jugaba en el Oza juvenil, en el que jugué yo también. Reija es mayor que yo, creo que todavía vive en Zaragoza, que es donde se jubiló. En el barrio teníamos además a Pellicer, que es más de mi edad, un poco mayor... A Luis, que fue central del Depor. Allí en Monelos el que más y el que menos se defendía con la pelota en los pies. Lucas ya es muy posterior. En el Oza también jugaron los Vales, padre e hijo. Pepe Vales, que es más de mi edad, y era un gran futbolista, y después su hijo Marcos. Aquel barrio era muy de jugar en la calle y se estaba muy bien. Era una felicidad para los niños. Para las madres no, porque el río aún no estaba canalizado. Las que armábamos allí...
Participando en una reciente exposición canina en León
¿En qué categoría llegó a jugar usted?
No pasé de juveniles. Cuando vi que no iba a ser profesional dije tengo que dejar esto y pensé me podía ir bien hacerme entrenador. La directiva del Oza me decía que no lo dejara, pero yo de aquella ya tenía miopía, no había lentillas, sufría una lesión de rodilla desde los 13 años... Tampoco era una maravilla como jugador, aunque los había peores... No vamos a decir que se perdió un internacional. Me defendía. Y luego tampoco había comodidades como hoy. Íbamos a entrenar a Eirís de noche, a un campo en el que había una sola bombilla, que estaba en la carrera y era de una casa. El campo estaba a un nivel más bajo que la carretera, a la que salían a vender fresas. Nos entrenaba Lamelo, también nos entrenó Mella... Me eché fuera y al poco tiempo ya estaba con el título de entrenador nacional. Cuando lo saqué fui el entrenador nacional más joven de España.
Disfrutando de sus perros y de un buen puro canario
¿Había que ir a Madrid para examinarse del nacional?
No, era rotativo. Lo que no era es el cachondeo que hay ahora. Se hacía en una ciudad, que podía ser Madrid, Gijón, Oviedo, Girona, Sevilla... Empezó siendo en Madrid y después abrieron un poco la mano, para ir rotando en ciudades que se ofrecían y que tenían las instalaciones necesarias. Yo la primera vez que suspendí el nacional era un niño; tenía 22 años. Estuvimos un mes internos en Mareo. Volví al año siguiente y saqué el número 2 de España. Lo hicimos en Tajonar y en El Sadar. Había numerus clausus, con sólo 30 plazas. Llegabas y allí estaban Luis Suárez, Larrauri, Llopart, Cervera y Manolete del Depor... Empezabas a descontar y decías ¿de éstos salen 30? Los veías y decías, es imposible. Luis Rodríguez Vaz fue mi profesor y me decía no te vayas a asustar, que eres un niño. Me miraban, yo no jugaba en Primera ni era conocido... Vaz me decía: “De entrada te van a mirar por encima del hombro y te va a pasar lo mismo que me pasó a mí cuando llegué. Les dije mi nombre y que soy de Ourense pero que vivo en A Coruña. El siguiente era Kubala. Me dijeron que ni me presentara. Mi nombre no lo encontraban ni en la lista. Así que no te amilanes...”. Y fue un gran consejo. Era así el ambiente en aquella época. No es el cachondeo de ahora. Actualmente los títulos los regalan. No quiero hablar mal de los entrenadores jóvenes, ¡eh! Sólo digo que comparado con lo que era aquello, ahora regalan los títulos.
En su faceta de entrenador
¿Cuándo se hizo entrenador nacional de fútbol ya estaba en La Palma?
No, todavía no. Cuando saqué el nacional, las primeras fases las hice en A Coruña. Además vivía en la calle Costa da Unión, así que la federación me quedaba muy cerca, en Menéndez Pelayo. Bajaba la Costa da Unión y ya estaba allí. Había hecho la mili voluntario para quitarla de en medio y me había puesto a trabajar. Estaba en el primer Bazar San Luis unas horitas, cuando estaba detrás de la Estación. San Luis después fue un emporio. Primero fue una serrería, que la llevaba el padre, Juan. Después se atrevió con los electrodomésticos, y más en la época de los hijos, sobre todo Lorenzo, que era más empresarial. Allí compraba toda la zona de los Mayos, porque Juan era una persona peculiar, dejaba pagar a plazos, no era nada usurero... Como dije antes, a los 22 años aprobé las oposiciones del Banco Pastor y me fui para Benavente. Allí me puse a entrenar en Tercera División, al Benavente. Lo mío fue rápido.
Dirigiendo un equipo en Puerto de la Cruz
¿Permaneció muchos años en Zamora?
No, el banco no era para mí. Estuve cuatro años, del 79 al 84. Estando en Benavente es cuando fui al segundo examen del título de entrenador nacional de fútbol, con gente de mucho peso. Basta decir que Luis Suárez salió del último examen y cogió la selección nacional. Salió de la clase por una puerta y entró en la sección por la otra. Estaban Pedrito, del Celta, Cervera... Y luego estábamos aspirantes de varias provincias, como Fernando González, un chico de Vigo que aprobó, Alfonso Vilachá, de Ourense, que también aprobó; estudiaba mucho y tenía un verbo muy fácil. Fueron los únicos que siendo desconocidos aprobaron el título nacional. En mi caso aprobé en el año 80, con 23 años, casi ilegal por la edad, porque había empezado a los 21 y tenías que hacer dos cursos, más el selectivo con todos tus compañeros de la región que querían hacer el nacional. Era muy complicado, porque siempre el que había jugado en Primera División tenía X puntos gratis, y ya no digamos el que había jugado en la Selección. Los únicos `mataos´ éramos los que habíamos jugado de Tercera para abajo, que éramos el 95%. Íbamos con menos puntos y teníamos que pasar por encima de los profesionales para poder aprobar el selectivo. Y después te ibas a Madrid, a Gijón o a donde tocase, y ellos volvían a partir con los mismos puntos de ventaja, y había numerus clausus... Lo pasamos Fernando González y Vilachá a la primera, yo a la segunda... Tuvimos que currarlo. Estudiábamos mucho, mucho. No todo está en los libros, pero ayudan lo suyo.
En Louisiana, con jóvenes promesas del fútbol femenino
¿Cómo era su trabajo como agente forestal en Canarias?
En aquella época eran los famosos guardas de Icona, organismo autónomo dependiente del Ministerio de Agricultura. Era el organismo encargado de vigilar todas las categorías de parques, al ser el instituto para la conservación de la naturaleza. Y luego estaba el Iryda, el Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario, dedicado a investigación y desarrollo agrícola. Casi todos los recursos se volcaban en vigilar los parques nacionales, y eran los sucesores de la Guardería Forestal del Estado, que viene del siglo XVIII. Se centraron mucho en los parques y en las zonas de montes consorciados, cedidos al Estado por los vecinos para repoblaciones. Se plantaba sobre todo pino, que daba trabajo a la población; pagaban una peseta por cada plantón que hacías. Después ese monte quedaba bajo la tutela del Estado y había que vigilarlo. No vaya a ser que levantaran el plantón...
Posando ante la estatua de Satanta (Oso Blanco)
Es decir, ¿que en su profesión encontró la libertad y el medio natural que tanto le gusta?
Para mí aquello fue una maravilla. Aparte de la vigilancia, hacíamos una pequeña supervisión sobre los montes de propiedad particular. Dábamos las autorizaciones de corta, para que no se castigara el monte particular. Había que encargarse de todo, del parque, de la caza... La mayor densidad de guardas siempre era en torno a los parques nacionales. Era diferente a cómo se hace ahora, que hay mil figuras de protección y todo un maremagnum. Hoy existe tanta Ley, tanta prohibición y tanta legislación que no sabes ni la situación actual. Algunas leyes son contradictorias con las anteriores y todo es prohibir. Ahora cualquier espacio es una reserva paisajística o una reserva de no sé qué... ¿Y qué puedo hacer aquí? Nada. Pagar la contribución y limpiar los tojos para que no te coja el fuego. Pero rentabilidad, ninguna. Con los gobiernos autonómicos, Icona se fue disolviendo, se quedó con los parques nacionales, hasta que también se los quitaron. A los guardas nos fueron cambiando el nombre y el color del uniforme, nos fueron dando más vehículos y material... Yo dependía del Cabildo de La Palma. En broma, al final de mi etapa decía voy a jubilarme antes de que pase a ser empleado municipal. Porque empecé dependiendo del Gobierno central, pasé a una inspección regional con sede en Tenerife y después dependí del Gobierno insular de La Palma, así que el siguiente paso igual era el de empleado municipal.
¿En qué año se jubiló?
Me jubilé hace dos años. Estoy estrenando este nuevo estado. Y desde este verano estoy viviendo en Carballo, en Coristanco.
En un viaje familiar por Estados Unidos
¿Y su hijo continúa en La Palma? Él sigue sus pasos en el deporte y forma parte de la selección española de halterofilia...
Sí, él sigue allá. En efecto, hace halterofilia. Hace unos meses quedó clasificado en el puesto 12 de Europa, en el campeonato que se celebró en Irlanda. No es muy alto, pero dije, ¡caramba!, no es nada fácil quedar de duodécimo en Europa. Compite con la selección española y tiene marca para competir en el europeo. Le acompañé a Irlanda, para prestarle apoyo. Yo levanté muchas pesas de joven... Y ellos necesitan tener alguien al lado que les diga cuándo les toca competir y cómo van los rivales y la competición. Es un deporte en el que se juega un poco de farol, metiendo más o menos peso, un poco para despistar al rival. A veces estás estirando y relajado, pensando que te quedan unos minutos, pero te dicen que tienes que subirte ya a la tarima, porque alguien renunció. Hay muchos momentos de desconcentración y necesitan a alguien al lado. Mi hijo entrena en casa y es prácticamente autodidacta. Me pidió que le acompañara al europeo y allí me fui. Y al regresar pensé, llevó toda la vida entrenando a fútbol y no me conoce ni Dios. Y fui una vez a Dublín como entrenador de halterofilia y quedamos en el puesto 12 de Europa (risas). Esto sí que tiene mérito.
En un acto con la asociación cultural canaria de Louisiana
¿Le acompañó en más competiciones?
No hay mucho tiempo. Tengo también otras aficiones, como el cuidado de un perro de la raza canaria pastor garafiano, al que le faltó sólo un punto para ser campeón nacional. Siempre he estado muy cerca del grupo que ha recuperado en La Palma la raza del pastor garafiano, que estaba bastante perdida después de tanto cruce con razas como el pastor alemán. Tuve la fortuna de conocer a un señor de La Palma, que ya falleció, Antonio Manuel Rodríguez Díaz, un fuera de serie, una persona excepcional. Fue además cónsul honorario de Venezuela. Con todos los garafianos que no tenían cruce con pastor alemán, él fue recuperando la raza, hasta conseguir el reconocimiento nacional. Y ahora estamos haciendo trámites para que la reconozcan internacionalmente. Así que siempre he estado muy cerca del grupo recuperador del pastor garafiano. Tengo uno que lo encontré de rebote. Aunque el primero ya me lo traje a Os Ancares en 1987, cuando estuve seis meses en comisión de servicios, pero regresé, porque en Galicia estaba mucho peor que en Canarias como guarda de Icona. Es una raza con un carácter excelente para convivir con familias con niños. Y cuando hay una persona mayor o enferma en casa, la cuidan como si fueran un Golden. Es una raza espectacular, una maravilla. Y aquí lo tengo conmigo, en Carballo, con mi otro perro que es una mezcla de golden con garafiano. Lo recogí con un mes y medio como perro maltratado. Cuando lo recogí en un basurero, con toda la camada en una caja de cartón, estaba tan mal que al principio no sabíamos ni qué raza eran. Lo reconoció la agencia experta en garafiano y desde entonces está inscrito en el Libro Español. Lo tengo desde el año 2019, justo cuando acababa de llegar de Estados Unidos, de mi cuarto año allí, en donde se me murió un garafiano que llevé, una preciosidad, que murió atropellado. Me llevé un gran disgusto, hasta el punto de decidir que al acabar ese curso escolar -era abril- cogeríamos el avión y vendríamos de regreso a La Palma. Fue el elemento decisivo para regresar. No quise estar más en aquella ciudad, que es la famosa Tulsa (Oklahoma), la de la música country. No es una mala ciudad, pero no es un estado muy amistoso. He estado en lugares de Estados Unidos más amistosos. Entre que no era el lugar más amigable del mundo y que el fútbol allí era una decepción, todo lo contrario que en Louisiana... Vas con un perro desde España, con todo lo que implica, para tener ese final. Es tu compañero durante siete años y que lo atropellen delante de tus narices, es como si te ocurre con un familiar... Así que dije, me largo de esta ciudad; no quiero saber nada de ella. Puedes reaccionar de otra manera y quedarte, pero no fue mi decisión.
Durante su etapa de entrenador del CD Tarsa, de Segunda División femenina
¿Cómo le surgió la oportunidad de ejercer como entrenador de fútbol en Estados Unidos?
Siempre me había apetecido ir a entrenar a Estados Unidos. No es que me hubiera ido mal en España, no, era por la motivación de ejercer de entrenador allí. Estando en León conocí a Javi Clemente. Vino a dar unos cursos; era casi un niño, y yo casi también. Supongo que le hice gracia y debió de pensar ¡hombre!, aquí hay otro `pringao´ como yo, otro entrenador joven. En León, bien, me ofrecieron dar clases en la Escuela de Entrenadores y era muy prometedor. Me llegaron a ofrecer entrenar a la Cultural Leonesa; bueno, tuve alguna entrevista con la directiva, pero me vieron tal vez demasiado joven y hippie. Para el fútbol también me perjudicó decidir vivir siempre en aldeas. Cuando vives en pueblos ya no vives en León, ya no vives en A Coruña, ya no tienes equipos a tu lado... Y terminas entrenando en aldeas, a no ser que quieras andar varias horas al día en coche y llegar a casa cada día a la una de la madrugada. Que tengo compañeros que lo han hecho así. Pero yo no me lo planteo. Yo donde caía entrenaba. Que hay equipo de Preferente, pues en Preferente, o en Primera Regional, o a chicas o a alevines... He estado entrenando toda mi vida, he escrito de fútbol, he sido del consejo editorial de la revista Fútbol Táctico, he escrito cantidad de artículos... Siempre he estado en el fútbol, pero mi prioridad siempre ha sido vivir en el medio rural. Había un programa para la contratación de profesores españoles en Estados Unidos. Y yo había hecho la carrera de Geografía e Historia, estudiando por las noches, porque quería tener una carrera... Y también hice varios masters, uno de Educación Ambiental, otro en Psicología del Entrenamiento, otro en Entrenamiento Profesional de Fútbol. Entonces dije, pues tengo que hacer el CAP. Y lo hice el último año, aunque eso ya me implicaba mucha más presencia en clases. Y trabajar en el monte me limitaba mucho para hacer actividades presenciales. Sin embargo, el CAP sí que se podía hacer a distancia. Como digo, lo hice el último año que lo hubo, por si me surgía la oportunidad de un trabajo de profesor en Estados Unidos a través de aquel programa. Y surgió. Yo ya tenía una titulación docente en España y me podían contratar centros educativos norteamericanos para dar clases allá. Mi mujer es maestra, así que allí aparecimos. Yo por las tardes entrenaba a fútbol y por las mañanas hubo algún año que me contrataron y alguno en el que no, pero daba clases como sustituto, porque en USA hay sustituciones todos los días. Y esos fueron los mejores años; por la mañana ganaba 100 dólares dando clases y por la tarde ganaba otros 100 entrenando. ¡Me pagaban 100 dólares por entrenar una tarde!
En la terraza de la sede de los agentes forestales de La Palma
Y estuvo en dos destinos, ¿Louisiana y Oklahoma?
Sí, estuve en Louisiana tres años salteados, porque regresaba. Íbamos en plan aventurero. Estábamos un año y volvíamos a España. Después nos entraba la morriña de Estados Unidos y volvíamos a pasar las entrevistas. A mí a veces me contrataban y otras no, pero a mi mujer siempre, porque es muy buena profesional de la docencia. Yo puedo dar clases al haber superado el CAP, pero no soy profesional de la docencia. En las entrevistas se trata de convencer a los americanos que te vienen a entrevistar a España, a Madrid, de que eres un buen candidato. Eran entrevistas por zonas: nordeste, noroeste... En un mismo día podía ser para los estados de Washington, Oregon, California... Me seleccionaron cuatro veces; me visionaron muy bien en todo. Pero en Oklahoma nos fue peor. En Estados Unidos ya digo, estaba contratado por la mañana como profesor y por la tarde ejercía como entrenador de fútbol. En Louisiana muy bien, muy bien. Y en Oklahoma es que no llegué ni a entrenar. Donde estaba había un solo equipo, que ya tenía entrenador, y no iban a venir a buscar a un español. En Oklahoma el fútbol va muy despacio. De hecho, el Rayo Vallecano tiene un equipo allí; fue Felipe Miñambres a establecer relaciones allá, pero en alguna entrevista le oí decir que no había ido muy bien el proyecto. A Felipe Miñambres le seguí bastante, porque cuando yo era entrenador en León él jugaba en Astorga, en juveniles. Le vi varios partidos y llegamos a enfrentarnos. Era pequeño, le sobraban las mangas de la camiseta, pero dejaba sentados a los defensas... En el partido de vuelta les dije a mis jugadores que el 7 no podía tocar la pelota, pero no hubo forma. Y años después lo conocí, porque el pueblo en el que yo vivía en La Palma tenía un campo de hierba y un hotel muy majo, que además estaba aislado. Y Heynckes era un loco de concentrarse en sitios aislados y además le gusta La Palma. Tanto fue así que quiso llevarse al Real Madrid cuando fichó, pero Lorenzo Sanz le dijo que en Suiza les pagaban por hacer allí la pretemporada. A Heynckes le encantaba La Palma. En una ocasión me encargaron hacer un equipo para enfrentarnos con el Tenerife y nos metieron ocho... Pero claro, para el equipazo que tenía en aquella época el Tenerife no fueron muchos goles. De hecho Heynckes nos felicitó y agradeció que no nos hubiéramos empleado con dureza. Es una persona muy educada, como buen alemán.
¿Cada vez que iba a USA a entrenar y dar clases tenía que pedir la excedencia de agente forestal en La Palma?
Sí, hay una situación que se llama servicios especiales. La excedencia obliga a estar un mínimo de años fuera, creo que son dos, pero servicios especiales, que sólo se pueden pedir una vez cada tres años, te permite reincorporarte en cualquier momento.
Y ahora que vive en Galicia, ¿regresa con frecuencia a La Palma?
Pues tendré que regresar pronto, porque se me acabó el tabaco que me traje para dos meses (risas). Y si me lo envían desde allí, cuesta tanto el envío como el tabaco... Hay que declararlo, y después de un mes llegan los puros rotos, resecos... El caso es que pensaba ir pronto a La Palma, pero no creí que iba a encontrar equipo tan pronto en Carballo. No puedo decirle al presidente que me voy unos días a Canarias, ni dejar solas a las chicas y a los cadetes. Tengo ganas de visitar a mis antiguas jugadoras y jugadores en La Palma, pero soy una persona a la que le gusta cumplir siempre. Por mucho que ahora esté jubilado.
Plantilla del Cerqueda cadete, club de Malpica
¿A qué equipo entrena en la comarca de Bergantiños?
Me anduve ofreciendo, me dijeron que en Coristanco andaban buscando entrenador, pero se olvidaron de avisar al presidente... Pasaba el tiempo y no me llamaban. Entonces me puse en contacto con Iván Cancela, en el Colegio Gallego de Entrenadores, y surgió la oportunidad de entrenar en la U.D. Cerqueda. Es una aldea de Malpica, en la que me encontré que hay unos auténticos héroes que tienen 10 equipos. ¡En mi vida había visto cosa igual! El presidente es además jugador, entrenador de juveniles y antes de venir yo también llevaba al equipo femenino y al cadete. Y eso que vive en Lugo y trabaja en Ribadeo. Cada día va de Lugo a Ribadeo, de Ribadeo a Lugo y de Lugo a Malpica. Entrena a su equipo y también él mismo, porque sigue jugando, y al acabar de vuelta para Lugo. ¡Nunca había visto nada así! Ni tampoco tanta lealtad por un club. El equipo senior está muy bien, el infantil va en la parte alta, las chicas es verdad que el año pasado no quedaron muy bien, después de rehacer el equipo, pero este año vamos con dos empates en dos partidos. E igual quedamos en mitad de la tabla. Y así 10 equipos. ¡Es una maravilla!