Sus padres y sus abuelos eran originarios de Paradela (parroquia de Niñodaguia, en el municipio ourensano de Xunqueira de Espadañedo), el mismo pueblo desde el que emigró su esposa, pero él nació en Lisboa, la capital en la que se establecieron su abuelo y su padre para ejercer el oficio universal de afilador. Con tantos vínculos ourensanos, Miguel Álvarez Álvarez ejerce como tal en el país vecino y elige esta provincia para sus grandes celebraciones, como sus recientes bodas de oro (en mayo de este año), que revivieron el enlace matrimonial celebrado en Os Milagros en 1965. Como empresario, desde 1977 es copropietario de Garagem Río de Janeiro, una estación de servicio y taller rápido de referencia en Lisboa por su situación estratégica a solo un kilómetro de distancia del mayor aeropuerto del país. Con un stock medio de 6.000 neumáticos, la empresa factura más de dos millones de euros al año por esta línea de negocio y unos 3,5 millones por la venta de combustibles.
Al empresario de origen ourensano Miguel Álvarez Álvarez la vinculación con la emigración le ha venido por partida doble. Su abuelo, un afilador de Paradela (Xunqueira de Espadañedo), para ejercer el oficio recorría a pie la ruta entre las parroquias de su zona, Alto do Couso, y la ciudad portuguesa de Oporto, en etapas de unos 40 kilómetros al día. Y su itinerario llegaba hasta Lisboa, con un trayecto final en tren entre las dos grandes urbes de Portugal.
Miguel Álvarez relata que su padre comenzó a acompañar al abuelo a la temprana edad de ocho años, para ayudarle en todo lo posible y contribuir a la economía familiar. Eran tiempos, a comienzos del siglo pasado, en los que las profesiones ambulantes y el comercio transfronterizo permitían el sustento de miles de familias ourensanas. En los mismos años, el otro abuelo de Miguel Álvarez ejercía como vendedor textil en Portugal, con interminables caminatas que también se iniciaban en Paradela y Pardeconde, con la sierra de San Mamede y el valle de Maceda como grandes vigías.
La vida profesional y personal de Francisco Prieto Bernárdez siempre ha estado cargada de retos y desafíos. En los años 70 puso rumbo al Reino Unido para trabajar en la hostelería, hasta que los ahorros y una nueva motivación le condujeron hasta Finlandia, en donde se formó como ingeniero de Sistemas e Informática. Tras 23 años en el país nórdico, en el 2000 cruzó el Atlántico para establecerse en Lima y buscar, a orillas del Pacífico, una salida laboral totalmente alejada de las anteriores, esta vez como empresario del sector textil -especializado en la distribución de ropa deportiva- y como consultor de compañías españolas y finlandesas que apuestan por esa región de Latinoamérica.
La influencia marina de su Vilagarcía de Arousa natal y el gen gallego de la emigración han convertido a Francisco Prieto Bernárdez en un trotamundos habituado a los cambios de raíz. Su primer destino en la emigración, en los años setenta, fue todo un clásico: el Reino Unido y la hostelería. Pero a partir de ahí, su trayectoria nunca ha abandonado el guión de la originalidad.
El itinerario de ultramar del empresario ourensano Eliseo Rivero Freire ha sido muy familiar y común al de miles de gallegos. Embarcó desde Vigo hacia Brasil, en donde forjó sus primeros ahorros antes de dar el salto al pequeño país de moda a mediados del siglo pasado, Uruguay. En su capital, Montevideo, fundó una empresa de materiales de construcción que, seis décadas después, mantiene a más de treinta trabajadores en plantilla y que ha diversificado hacia la promoción inmobiliaria y el arrendamiento de naves empresariales. Desde 1988, Eliseo Rivero y su familia no han faltado ni un solo verano a su cita anual y a su retiro de descanso en la comarca de Terras de Celanova repartido entre la propia villa de San Rosendo, Covas do Río (A Merca) y Orga (Celanova). Hoy, con 81 años, recuerda como el mismo día la fecha exacta de los grandes acontecimientos que marcaron su vida.
Nací el 15 de septiembre de 1934 en Covas do Río, parroquia de Zarracós, en el municipio ourensano de A Merca. A los diez años nos trasladamos con mis padres y mis cuatro hermanos para Vilanova dos Infantes. Allí conseguimos lugar como caseros y trabajamos las tierras de don Pepe.
David Sánchez-Tembleque es uno de los ejecutivos gallegos mejor posicionados en el sector financiero mundial. Llegó a Estados Unidos como becario y hoy controla el 60% de su propia gestora, Alsis Funds, encargada entre otras responsabilidades de gestionar inversiones del mayor fondo de pensiones de Estados Unidos, el mítico CalPERS, creado en 1932 por el presidente Franklin Roosevelt entre las medidas de su New Deal para hacer frente a los efectos de la Gran Depresión. De la gestión y de la intuición del experto gallego en finanzas depende la búsqueda de rentabilidad en Latinoamérica a cargo del voluminoso fondo de los empleados públicos de California.
Un viaje cultural y una beca de estudios cambiaron la vida de David Sánchez-Tembleque a principios de los 90. Este licenciado en Económicas por la Universidad de Santiago decidió por aquel entonces inscribirse en los actos conmemorativos del “V Centenario”, que le llevaron a participar en un viaje que recreaba la histórica singladura de Cristóbal Colón.
Así fue como el actual broker David Sánchez-Tembleque hizo su particular descubrimiento de América tras surcar las aguas del Atlántico a bordo de una réplica de la “Santa María”, como joven marino y tripulante. Ya en Estados Unidos, una beca de la Fundación Barrié le permitió proseguir con su formación a través de un MBA en la Tulane University de Nueva Orleans.
El Hotel Brisas del Este, situado a cien metros de Playa Mansa, en la gran plaza turística de Punta del Este (Uruguay), cumplirá en 2017 cincuenta años como establecimiento hotelero de cercanía y de trato familiar en pleno centro neurálgico del turismo de Latinoamérica. Su propietaria es la ourensana Marina Rey Domínguez, que emigró a los 14 años de edad desde Chaus da Limia (municipio de Lobeira, en la comarca de A Baixa Limia). Es la continuadora del negocio familiar abierto por sus padres en 1967. Para la gerencia del hotel cuenta con el apoyo de sus dos hijos, que se reparten funciones para mantener el establecimiento entre la competida oferta de Punta del Este.
Cuando Marina Rey Domínguez y su madre cruzaron el Océano Atlántico para sumarse a la emigración, su padre ya llevaba varios años establecido en Buenos Aires, como empleado de hostelería. Y dos de sus tíos también habían emigrado previamente a Brasil y a Cuba.
Todos dejaban atrás sus raíces y sus recuerdos vividos en la comarca de A Baixa Limia, al pie del Parque Natural de O Xurés y muy cerca de las antiguas fronteras con Portugal (Portela do Home, A Madalena y A Meixueira). La familia Rey Domínguez es originaria de Chaus da Limia, localidad del municipio de Lobeira que a comienzos del siglo pasado había tenido esplendor por su proximidad a pueblos de tradición en el comercio transfronterizo, como Porto-Quintela, y posteriormente, a mediados de siglo, por el movimiento de trabajadores que se generó durante la construcción del embalse de As Conchas.
Los orígenes familiares de José Manuel Escalante están en el municipio de O Carballiño, en concreto en el pueblo de A Veiga (parroquia de Ponte Veiga), el lugar de partida de su madre en la emigración rumbo a Venezuela a mediados de los cincuenta. El actual propietario de Landmerk nació en Caracas y, tras completar sus estudios en España y en el Reino Unido, y vivir una primera experiencia profesional en el sector de los seguros, se incorporó como gestor de la empresa familiar dedicada a la remodelación de locales comerciales. Sin embargo, las sucesivas crisis financieras y políticas de Venezuela le forzaron a “empezar de cero en la emigración”, a cambiar de país y a buscar una nueva oportunidad profesional en Estados Unidos.
El negocio familiar de José Manuel Escalante en Venezuela tenía en su cartera de clientes a multinacionales como Gillette, Laboratorios Glaxo y Oracle, y a líderes nacionales como el Banco Unión y Mercantil Banco Universal. La empresa, fundada en 1986, se encargaba de acompañar a estas grandes corporaciones en el despliegue de la red comercial. Era la firma de confianza para acondicionar las oficinas de agencias bancarias y las sedes de compañías petroleras y de multinaciones extranjeras radicadas en Venezuela cada vez que se producía una nueva apertura en diferentes zonas del país, y especialmente en el área de Caracas.
El arquitecto barcelonés Vicente Benéitez, una de las firmas de prestigio en el diseño de edificios sanitarios en España, es originario de la comarca ourensana de Valdeorras, desde la que emigraron sus padres a Barcelona, en concreto desde la parroquia de Santa Cruz do Bolo, en el municipio de O Bolo. Mientras colaboraba en las obras de la zona olímpica del Vall d’Hebron durante la fase de construcción de infraestructuras para las Olimpiadas de Barcelona 92, fue invitado a participar en el diseño del nuevo edificio que se dedicó a control antidopaje y en la reforma del Hospital del Mar, uno de los referentes para la salud de los deportistas durante la celebración del gran acontecimiento mundial. Y así surgió su especialización en arquitectura para el sector sanitario, que le ha llevado a diseñar desde hospitales y centros mutuales en numerosas zonas de España, hasta proyectar un hospital en Guinea Ecuatorial. Vicente Benéitez define su estilo como “intemporal contemporáneo, donde la búsqueda racional de la luz está siempre presente”.
Tal vez porque comparte con Pío Baroja la afirmación de que el nacionalismo se cura viajando, pero sobre todo por la educación y la cultura “da terra” que le transmitieron sus padres, Vicente Benéitez nunca ha perdido sus vínculos con Galicia, y especialmente con la comarca de Valdeorras. Los mejores ejemplos son sus vacaciones en el oriente ourensano, su activa participación en la reforma de la casa familiar situada en Santa Cruz (O Bolo) y la “galeguización” y el gusto por Galicia al que “somete” constantemente a su familia, incluido su cuñado hindú, que ya es uno de los mejores defensores del paisaje, de la gastronomía y de la tranquilidad que reina en el interior de la comunidad gallega.
Ha sido luchador profesional, actor y especialista de cine, instructor de las fuerzas de seguridad, odontólogo, productor cárnico, empresario del sector del ocio... Ha vivido en Venezuela y Colombia, y por contratos temporales como deportista de élite en numerosos países de Latinoamérica y Europa. Ha compartido amistad con presidentes de Gobierno, con ministros, con empresarios de primer nivel, con grandes fortunas... La vida del ourensano Antonio Iglesias Gómez siempre ha estado repleta de acción, desde sus primeros tiempos en Penalva, la localidad de la Ribeira Sacra desde la que emigró a finales de los años cincuenta rumbo a Venezuela.
Las terrazas y laderas del Cañón del Sil convirtieron las condiciones físicas de Antonio Iglesias en su herramienta de trabajo más preciada y en su ventaja competitiva frente a deportistas rivales de los cinco continentes. Entre los años sesenta y ochenta, su popularidad fue tan continuada como sus éxitos sobre el ring, especialmente en Latinoamérica y en Europa.
Su palmarés incluye la conquista de los títulos de campeón de España, de Europa, de Centroamérica, del Caribe y del Mundo, así como todo tipo de galardones y distinciones, como el cinturón de Luchador de Oro, el cinturón de Bogotá y la máscara del Halcón de Oro. Su extenuante carrera, con frecuentes cambios de país y continente, y con calendarios de hasta cuatro enfrentamientos por semana, no le impidió desarrollar a la vez una intensa actividad empresarial. El golpe de estado que interrumpió el mandato del presidente Marcos Pérez Jiménez en Venezuela cambió su país de destino en la emigración, que pasó a ser Colombia, su lugar de residencia desde 1962.
Los hermanos Amando, Aurelio y José Carreiro Doval, originarios del municipio ourensano de Boborás (comarca de Carballiño), tienen en propiedad y gestionan en Panamá un grupo turístico formado por siete hoteles -entre ellos el Costa Inn y el Bella Vista, en la capital- y por el turoperador Viajes Florencia Tours. Sus empresas dan empleo a 25 gallegos establecidos en el país. Los clientes del grupo familiar Carreiro Doval proceden mayoritariamente de Brasil, Argentina, México y Estados Unidos.
La constante adaptación define los más de 40 años de trayectoria del grupo familiar Carreiro Doval dentro del sector turístico de Panamá. A la inestabilidad de muchos de los países de procedencia de la clientela principal de sus empresas se ha unido en las últimas décadas el flujo inversor de grandes grupos hoteleros norteamericanos y españoles, con los que compiten gracias al gran conocimiento del mercado y de las claves turísticas de Panamá.
El empresario gallego Venancio Rodríguez Yáñez se estableció en París en 1969 como empleado de la empresa del sector de la limpieza en la que trabajaba su hermano y que llegó a contar con más de 500 operarios. Actualmente es el propietario de esa compañía, Société René Julien, con 380 empleados (veinte de ellos son gallegos), de Multi-Services -una constructora especializada en reformas de viviendas- y, desde hace cinco años, de Groupe Immobilier Europe, que tiene bajo gestión 1.200 pisos y locales comerciales en París y mueve un volumen de negocio anual de 26 millones. El grupo familiar Aldea, que engloba las tres sociedades, supera los 30 millones de facturación anual.
El fundador del grupo Aldea, con sede en París, es un emigrante originario de la localidad de Enciñeira, en el municipio lucense de Quiroga, y residente en la capital francesa desde el año 1969. Venancio Rodríguez Yáñez emigró con un contrato para incorporarse a la empresa de limpieza en la que trabajaba su hermano, Société René Julien. Cinco años después también se desplazó a París su esposa, Rita González Arias, vecina de Castro Caldelas (Ourense).
Está situado en Ocean Park, junto a la mejor playa de San Juan, es uno de los grandes referentes gastronómicos de Puerto Rico, recibe una media diaria de 700 clientes por la semana y de mil en fin de semana, y por supuesto sus propietarios son gallegos. Uno de ellos es su administrador, Jesús Herbón Paradela, que emigró desde Baralla (Lugo) en 1985. Hace cuatro años, en junio de 2011, su popularidad tocó techo por servirle en su local un almuerzo (dos croquetas y un sándwich mixto) al presidente estadounidense Barack Obama.
El restaurante Kasalta ya tenía el afecto y el aprecio de la sociedad portorriqueña antes de ganarse la confianza de Barack Obama durante un viaje presidencial a la isla en 2011. Pero ese día su popularidad cruzó fronteras, al igual que la del lucense Jesús Herbón, después de servirle al presidente de Estados Unidos un almuerzo de “dos croquetas con receta gallega y un sandwich de jamón y queso”, recuerda.
El grupo Saleta, con sede en Santiago de Veraguas (Panamá), pasó directamente de la primera a la tercera generación. Su fundador, Jaime García, emigró en 1968 desde Astureses (O Carballiño). Después de seis años en el país trabajando como comercial de una mueblería abierta por otros emigrantes gallegos, decidió crear su propia empresa, Mueblería y Joyería Saleta, que en 1984 adoptó su actual razón social, Inversiones Saleta. En 2012, le llegó el relevo en la gestión a través de su nieto, Miguel Adán, y de su nieta política, Rocío Iglesias, que cambiaron sus empleos en la sede administrativa de dos importantes constructoras con actividad en Galicia por la oportunidad de ponerse al frente del negocio familiar situado a 8.000 kilómetros de Ourense.
Hablar de mueblerías en Panamá es hablar de empresas y empresarios gallegos. O para mayor precisión, de empresarios de la comarca ourensana de Carballiño. La asamblea de la Asociación Nacional de Mueblerías podría celebrarse perfectamente en agosto en la Festa do Pulpo, en pleno Parque Municipal de O Carballiño. Y no faltaría quórum, porque de los más de cien integrantes de esa asociación sectorial panameña, el 80% son originarios de la comarca carballiñesa.
El esfuerzo y la determinación han convertido a José Manuel Romay y a su hijo José Dani Romay Ogando en empresarios de la construcción en el competido cantón de Schaffhausen. José Manuel Romay emigró a Suiza en 1972 y desde los primeros tiempos trabajó en la constructora local Alfred Bieler. Hace trece años, con la jubilación del propietario, no dudó en adquirir la empresa en la que había trabajado durante tres décadas, para compartir la propiedad con su hijo Dani Romay. Han renombrado la constructora como JMD Romay Bau GmbH y actualmente tienen tres líneas de negocio: obras privadas, con especialización en reformas; inmobiliaria; e importación de granito y pizarra procedente de Galicia.
Más allá de los sectores de la hostelería, el comercio de alimentación y la automoción, son pocas las empresas fundadas por la colectividad gallega en Suiza. Una de esas excepciones es JMD Romay Bau GmbH, constituida en diciembre de 2002 con su nueva denominación social, pero con origen en una constructora local que antes de su venta estuvo gestionada por tres generaciones de la familia Bieler y que llegó a superar el centenar de trabajadores.
Con una trayectoria de casi 40 años en Venezuela, el empresario ourensano José Rodríguez Álvarez reparte su actividad entre la gestión de su primer negocio, la agencia de festejos y catering Río; la presidencia ejecutiva de Inversiones HMR -sociedad propietaria del único World Trade Center existente en Venezuela y del hotel cinco estrellas Hesperia WTC-; la promoción inmobiliaria (ha impulsado más de medio millón de metros cuadrados); y, desde enero de 2015, la propiedad del diario carabobeño Notitarde, que hasta su venta estaba considerado como uno de los rotativos críticos con el chavismo y con el presidente Nicolás Maduro. Nacido en Grou (Lobios, Ourense), José Rodríguez Álvarez emigró a los 16 años a Barcelona, en donde abrió un bar, y a los 27 años se estableció en Venezuela tras detectar las oportunidades de negocio del país caribeño durante un viaje de vacaciones.
Ha fundado una de las mayores empresas de festejos y catering de Venezuela y, en sociedad con el también empresario ourensano -afincado en Barcelona- José Antonio Castro Sousa (dueño de la cadena hotelera Hesperia, mayor accionista individual del grupo NH Hoteles y presidente de la compañía constructora José Castro) ha realizado grandes promociones inmobiliarias en el país, entre ellas la del World Trade Center de la ciudad de Valencia (estado de Carabobo), un complejo que incluye el único centro de negocios de toda Venezuela, un hotel cinco estrellas de 340 habitaciones (el Hesperia WTC), un centro de convenciones con 37 salas y capacidad para 5.000 personas, un recinto de exposiciones de 24.000 metros cuadrados, y un edificio de oficinas de 28.000 metros cuadrados.
En total, el complejo suma 162.000 metros cuadrados de superficie construida y su actividad mantiene 950 empleos directos y unos 6.000 indirectos.
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